17.9.09

Carl Rakosi - La gente del campo nunca aprende

Son iguales en todas partes.
Este que conduce su carreta
a lo largo del Danubio
¿por qué tiene que abandonar
sus robustas ovejas
sus anchos campos
y la visión de las cabras
sobre los Cárpatos
por una extraña guerra
en una tierra extraña?

(traducción: Martín Gambarotta)

6.9.09

Rodolfo Enrique Fogwill - Los números traídos

Con los números traídos, los que amasan el barro y construyen las casas de barro pueden contar bloques de barro, montones de piedra y la caza de una jornada, pero no pueden contar los granos de una bolsa llena de maíz rojo, ni los pasos que separan la montaña nevada del país de la arena ni del agua grande azul. Los números traídos son pocos y se terminan en un día de marcha, en cambio la canción traída, con sus pasos y sus manos, es interminable.

(de Runa)

Gottfried Benn - Vaso cretense

Tú, el labio lleno de aroma a vino,
azul guarda de arcilla, guirnalda de rosas
en torno al desfile de luz micénica,
no práctica, nostalgia de bebidas
vastamente esparcida.

Relajamientos. Se consuma
un alumbramiento en libertad. Brillan sueltos
bestias, rocas, lo claramente sin objeto:
fajas de violetas, cráneos tibios
como prados sangrientos.

(traducción de Rodolfo Modern)

5.9.09

Arnaldo Calveyra

Duerme el fumigador decano, ha envejecido como envejecen algunos maestros de la costa oriental del Uruguay. Poco a poco la muerte se va cansando de darlo de alta.
Un estuario arrecia, la mente entra en olores. Antes de dormirse nos contó la historia de la laucha que encontró muerta en una lata de conserva.
Y ahora mientras duerme parece estar pensando en otra cosa, tan excluyente el gesto, tan levantadas las cejas. Duerme y respira al mismo tiempo debajo del sauce y en una habitación azotada por respiraciones adversas. Los mosquitos que se posan sobre su frente caen muertos, fulminados al instante.
-Pasado de gas, aclara el compañero,
está a punto de despertarse.

(de Diario del fumigador de guardia)

2.9.09

Miguel Ángel Petrecca

Vetas relumbrantes y escurridizas como una anguila,
filones que corren bajo tierra en zigzag
sueña el minero y al despertarse aun olfatea
en el aire el tesoro deshecho con el sueño,
el seminarista eyacula dormido y el agricultor,
inquieto, divisa en el horizonte del sueño
colores que son sin duda para su cosecha
señal de ruina, patrullas municipales sigilosas anoche
fumigaron contra los mosquitos en el parque.
Mientras una ola polar se prepara hace días
para invadir la ciudad yo duermo destapado
dando vueltas en la cama, soñando con el río
turbio que corre entubado bajo mi calle.

(de El Maldonado)