20.8.09

Elvio Gandolfo - Vivir en la salina

6. Uno de nosotros conseguía una radio.Una radio a pilas, porque en la barraca no había corriente eléctrica. La pila podía durar entre uno y cinco meses, según como la usáramos, porque en el pueblo no había repuestos. Fijábamos una hora determinada a la noche y la encendíamos. Oíamos la sal cayendo como una lluvia fina sobre los techos de la barraca, entremezclando su sonido con el de la radio, en la que sonaba siempre el mismo programa, una serie de canciones folklóricas. Oíamos cómo caía la sal porque hacíamos un silencio religioso, como si de pronto nos hubiésemos muerto todos y lo único vivo fuera la radio.
Un día la pila se agotaba. Uno sólo de nosotros, para hacer poco ruido, daba vuelta la radio, la giraba con un cuidado infinito, moviéndola un milímetro, dos. El volumen aumentaba un poco a veces, pero después se iba perdiendo. Por fin se detuvo y dejó de sonar. La descuidamos. Se fue oxidando corroída por la sal, sobre una de las ventanas que daban al sur.

(de La reina de las nieves)