El crítico literario Berlo Zenobi es una masa de gusanos, un amasijo de forma indefinida, aunque se supone que en su interior debe haber alguna estructura que lo sostiene: ¿cómo harían si no para mantenerse juntos todos esos gusanos? La naturaleza de éstos es, como se sabe, centrípeta, a menos que la maraña a la que están unidos sea ella misma su fuente de alimento. Desde el punto de vista zoológico estos gusanos son nematelmintos, más exactamente de la especie Ascaris lumbricoides, de quince a veinticinco centímetros de largo; tienen el cuerpo cilíndrico, de color rosa ebúrneo, aguzado en los dos extremos; normalmente el macho es más pequeño que la hembra. La pregunta que con más frecuencia se les ocurre a los lectores de Zenobi, quien además es director de la página cultural de un importante matutino, es la siguiente: ¿estos gusanos son siempre los mismos, o se renuevan? Es más plausible que las ascárides en cuestión se reproduzcan y sean continuamente sustituidas por ascárides nuevas, considerando que ya van veintidós años que Zenobi tiene la misma sección de crítica en el mismo diario, y ningún gusano resiste tanto. Por otra parte, se sabe que dondequiera que vaya el crítico Zenobi deja siempre a su paso algún nematelminto muerto, sobre las sillas o los almohadones. En ocasión de la entrega de los premios literarios más importantes, la bola de gusanos parece adquirir vida nueva, no por nada su lema es: “Apremiando premio y premiando apremio”. Es además asesor de las mejores editoriales y se murmura que cobra no menos de diecisiete sueldos diferentes, todos correspondientes a asesoramientos literarios, incluso televisivos: pero, por otra parte, es cierto que los gusanos parasitarios consumen enormes cantidades de alimento.
(de El libro de los monstruos)